Mi amigo Gonzalo publica «Pacto de lealtad»

pacto-de-lealtad_9788408127857_Gonzalo-Giner_2 Tengo un buen amigo -Gonzalo Giner- que hoy publica una nueva novela. Y tengo un blog donde quería presentaros el libro –Pacto de Lealtad– que ha escrito mi amigo Gonzalo.

El inspector que ordeñaba vacas

No hay título ni certificado alguno que otorgue la condición de escritor. Ni de escritor en el sentido general y más amplio ni de escritor de cualquiera de las especialidades posibles: escritor de poesía, de ciencia ficción o de ensayo, por ejemplo. Por eso cualquiera que quiera escribir y tenga algo interesante que contar puede convertirse en escritor -sin olvidar nunca la delgada línea que hay entre redactar y escribir-, pero aún así son muy pocos los que logran hacer de la escritura su forma de sustento. Hay profesionales de muchos sectores que sienten la llamada de la escritura pero que por supuesto siguen siendo abogados, veterinarios (el caso de mi amigo Gonzalo Giner), arquitectos, historiadores o policías. Y existen también empresas que aun no siendo editoriales compran libros para regalar a sus clientes.

Pues bien, toda esta introducción sirve para contar que mi última lectura de 2013 fue «El inspector que ordeñaba vacas», precisamente la primera novela de un policía, el inspector jefe Luis J. Esteban Lezáun (Zaragoza, 1972), que me envió una consultora de comunicación –Inforpress– como regalo de Navidad, con unas cubiertas diferentes donde poner su sello.

Algo había escuchado sobre el éxito de la novela de cierto policía, pero no era desde luego el tipo de libro que yo hubiera comprado, ni por esa circunstancia y porque tampoco soy lector habitual de novela policíaca. El caso es que pensé que merecía una oportunidad: no tenía lectura a la vista, sería con toda seguridad una lectura ligera y, esto sí me ocurre siempre, siento una enorme curiosidad por los primeros trabajos de autores noveles. Y también porque me parece que un libro que no encuentra lector no llega a cumplir la misión para la que fue creado.

Dos por uno

Lo que leí me sorprendió y superó mis expectativas. Luis J. Esteban ofrece dos historias paralelas: el caso de corrupción y pederastia a resolver por el inspector jefe Ignacio Azcona, responsable de la sección de Estupefacientes de la Brigada Judicial de Barcelona, cuya determinación le lleva a romper una relación afectiva y afrontar una nueva vida escondido en una granja en el sur de Brasil. La tensión que acarrea la investigación hace que el inspector Azcona -y aquí el autor fuerza la verosimilitud del argumento para encajar la segunda historia- acuda como paciente invitado a las reuniones del denominado Club de Estudio del Equilibrio Emocional. Esto es lo que da pie al autor, en las sucesivas sesiones del club que describe conforme avanza el caso, a demostrar sus conocimientos -no sé si propios o adquiridos para la ocasión- sobre psicología y coaching. Así, el protagonista se someterá a un programa centrado en tres tareas: «lograr un cuerpo sano, construir una mentalidad positiva y forjar un espíritu vigoroso».

Ambos hilos argumentales, el caso policíaco y las sesiones de coaching, forman una extraña combinación (¿verdad?), si bien una vez que el autor admite el artificio todo funciona mejor. La historia policiaca, con elementos propios del género -un confidente, policías corruptos, una banda de rusos o un policía vocacional- engancha, está bien construida y dosificada. La otra parte de «manual para una vida feliz» podría haber funcionado como tal de forma separada, porque ni siquiera el autor disimula esta cuña didáctica empleando otro lenguaje que no sea el académico puesto en boca de unos supuestos especialistas.

La conclusión es que quien lea El inspector que ordeñaba vacas se lleva un auténtico «dos por uno», aunque a mí me gustaría que Luis J. Esteban se centrara, en una segunda novela, únicamente en un caso policíaco. Tiene el conocimiento y los mimbres para hacer un buen producto. Y si llega esa segunda novela, me tendrá otra vez como lector.

«El jinete del silencio», la mejor novela de Gonzalo Giner

Llegó el tiempo de leer «El jinete del silencio» (Temas de Hoy, 2011), la novela de un amigo, Gonzalo Giner (Madrid, 1962), justo antes de regresar a España para pasar las vacaciones de verano. Él mismo me había enviado un ejemplar dedicado y, desde entonces, tenía mucha ilusión por leerlo.

Aunque Gonzalo es veterinario de profesión, su pasión por la escritura comenzó hace unos años cuando para escapar de una situación laboral complicada, conjurar los problemas y liberar las tensiones que lo atenazaban, decidió escribir un libro. Lo dijo y lo hizo, aunque para ello tuviera que levantarse a hurtadillas a las cinco de la mañana para poder escribir. El resultado fue La cuarta alianza (2005), un thriller histórico cuyo manuscrito compartió con algunos amigos lleno de ilusión y con el que se probó así mismo como escritor. Después vinieron El secreto de la logia (2007) y su gran éxito hasta ahora, El sanador de caballos (2008), la novela con la que ha conseguido captar la atención de miles de lectores. El jinete del silencio es, por tanto, su cuarta novela. Y para mí, la mejor.

En estas dos últimas obras Gonzalo ha sabido crear la fórmula perfecta para mezclar vocación y profesión con la pasión por los caballos y por la historia, y eso, sin duda, le ha dado alas a la hora de escribir. No sólo porque le ha dado una temática que domina y le distingue (alguien podría decir que ha encontrado su «nicho») sino porque además le ha ayudado -es una opinión personal- a mejorar y madurar su técnica como escritor. Es curioso como habiendo leído sus cuatro novelas se puede observar claramente esa progresión.

Gonzalo Giner es una gran narrador, un gran contador de historias, un gran inventor de tramas y subtramas que van tejiendo un relato que contiene todos los elementos para cautivar a los lectores: aventura, pasión, amor, traición, todo ello situado en un contexto histórico reconocible, y que destila -puede que ahí resida la clave de su éxito- un sentimiento especial de emoción. Él mismo lo explica:

«Cada vez que escribo una novela de ficción, uno de mis principales empeños consiste en captar el interés del lector, pero sobre todo despertar sus emociones; el más difícil pero a la vez apasionante reto. Me sirvo para ello de una historia humana, más o menos salpicada de aventuras, drama o humor, añado un contenido histórico que por uno u otro motivo ha conseguido seducirme, y desde ese momento intento compartir su resultado con quien se asome a estas páginas. Unas veces se convierte en fondo del relato, y otras en el eje vertebral de la narración.»

Para mí lo más importante, ya lo he dicho antes, es que con El jinete del silencio Gonzalo Giner ha crecido sin duda como escritor y el resultado es una novela mejor construida, con un lenguaje más preciso, con una ambientación y unas descripciones más redondas, con unos personajes mejor definidos; en definitiva, ha conseguido una novela más solida y completa. Son algo más de setecientas páginas de novela que el ritmo y la trama ayudan a transitar sin apenas darse uno cuenta, quizá en ocasiones hasta con demasiada celeridad en algunos pasajes donde el autor podría haberse recreado algo más.

Sobre el argumento no desvelaré nada; para eso hay que leer la novela, sin duda una lectura muy entretenida para las largas tardes de verano.

P.D.- Leí El jinete del silencio a caballo -nunca mejor dicho- entre la versión en papel y la versión digital en un iPad, probablemente en una proporción de 30-70. Como es un libro voluminoso eso me permitió llevarlo conmigo y disfrutar de su lectura en algunos paseos por Central Park, por el margen del río Hudson e incluso en los trayectos en metro entre las estaciones de 72nd Street y Grand Central.

El jinete, de Madrid a Nueva York

Gonzalo Giner

Hace varios días, al volver a casa después de trabajar, había llegado un paquete a mi nombre. Nada más ver el remite sabía que lo que había dentro era «El jinete del silencio», el nuevo libro de mi amigo -y compañero de quinta- Gonzalo Giner. Él mismo lo enviaba dedicado desde Madrid. Espero leerlo enseguida en cuanto Ana, mi mujer -que me lo ha quitado por la mano-, lo termine. Ojalá tenga tanto éxito como tuvo El sanador de caballos o al menos tanto como ilusión ha puesto Gonzalo en escribirlo.

Gonzalo Giner debutó en el mundo literario en 2004 con el libro La cuarta alianza, pero fue la novela El sanador de caballos, su proyecto más personal, la que alcanzó cotas de crítica y público más elevadas. Desde entonces su autor se ha convertido en un referente dentro de la literatura popular.
Veterinario de profesión, con aquel título quiso investigar el origen de su oficio; con su nueva obra, El jinete del silencio, el autor nos descubre los antecedentes de la creación de la raza española de caballos durante el siglo XVI. Dotada de una gran emotividad gracias a la presencia de un protagonista inolvidable como Yago, que verá mejorar sus trastornos de conducta a través de los caballos. El jinete del silencio es un bello homenaje al caballo y a nuestro pasado.

El sanador de caballos

Después de leer ‘El sanador de caballos’ me quedo con dos cosas buenas: la primera, que se trata de una historia trepidante que te hace buscar el momento de leer y, segundo, que está escrita por un amigo apasionado por la escritura a quien prometí leerla en Nueva York.

El sanador de caballos (Ediciones Temas de Hoy –TH Novela-, 2008; 777 páginas), de Gonzalo Giner, es una novela de acción a la manera en que ahora los guionistas escriben las series de televisión: de forma directa, sin descripciones pesadas que entorpezcan la trama y tratando los capítulos como píldoras de una sustancia adictiva que te hace –aunque el sueño pugne por cerrar los ojos- volver la página, empezar un nuevo capítulo y continuar la historia (page turners books lo llaman en Estados Unidos).

Pero El sanador de caballos es, al mismo tiempo, la novela escrita por un amigo, lo que hace que su lectura –e incluso el hecho físico de tener el libro entre las manos- suponga además un goce personal mayor. Este factor hace más difícil enjuiciar de forma directa la novela, pero es también lo que me lleva a hacerlo con más detenimiento sobre cualquier otro libro.

Del argumento de la novela sólo contaré lo que se puede leer en la portada, por cierto, de un diseño exquisito y muy acertado por parte de la editorial: que es la aventura de un veterinario en la Edad Media (en España) que juró venganza y persiguió la sabiduría.

En cuanto a mi opinión como lector, diré que –en general- al libro le falta profundidad, si es que ‘profundidad’ no un es concepto demasiado vago. El texto está escrito de forma plana y lineal, casi como un cómic que a través de sus viñetas desarrolla una historia de forma superficial, sin detenerse en otras motivaciones que ayuden a entender mejor su contenido. Por eso su lectura es muy ágil, pero en su virtud también está contenido su pecado. Incluso los personajes son igual de planos; apenas se nos muestran algunos de sus rasgos físicos cuando aparecen en la historia y poco más: algunas emociones exageradas que les convierte en esclavos de su propio estereotipo. Así, se reconoce fácilmente al bueno, al malvado, al traidor, a la bella enamorada, a la sufrida esclava, al misterioso caballero…, en un abanico de personajes sin matices, con alma y apariencia de cartón piedra.

La historia tiene sus mejores momentos –diría que muy buenos- cuando se nos muestra el aprendizaje del protagonista como veterinario, así como los usos y costumbres de la profesión de albéitar en la Edad Media, que dejan entrever un enorme trabajo de documentación. Es la parte más sólida de la novela y la que a mí realmente me sedujo, la que leí con mayor interés. A partir de entonces, tanto la trama como el personaje se diluyen y se bifurcan en afluentes que se desvían sin razón del curso principal de la historia. La novela aborda entonces otros tópicos que además poco o nada tienen que ver con el carácter del protagonista: Diego pasará de ser aprendiz de veterinario (su pasión) a espía forzoso y miembro de un comando de asalto (con el ambicioso objetivo de “combatir y aniquilar al imperio almohade”), más cercano a un videojuego actual o a las peripecias de Indiana Jones que a una historia creíble de la Edad Media.

Por otra parte, el lenguaje, tratándose de una novela situada en la Edad Media, no puede ser el mismo que el de una serie actual de televisión, con un tuteo que en ocasiones chirría sobre manera ( – Es lo menos que puedo hacer por ti, Teresa; pág. 414), y con frases, diálogos o situaciones pueriles y sonrojantes que desentonan totalmente (reconocía que Fabián había estado encantador con ella; pág. 383, – ¿Por qué me abandonas…? –Se arrodilló desconsolada, en una baño de lágrimas-. Mi amor… mi Diego…; pág. 419), como la escena de la muerte del caballo (pág. 769).

Un capítulo aparte, que podría haber sido corregido por el editor, merece el uso exagerado e innecesario de la forma reflexiva “le” y “te” (Diego le narró las circunstancias de su muerte…; pág. 668, Entiendo las dificultades que esta petición te puede suponer…; pág. 575).

En una entrevista le preguntan a Gonzalo Giner qué espera de esta novela: “Espero que la gente cuando lo lea pase un rato agradable, no pretendo hacer un tratado literario”. Crear una historia atractiva es un objetivo necesario pero, en mi opinión, no suficiente. Una buena historia es mucho mejor historia si está mejor contada. Más certeramente lo expresa Roberto Saladrigas en la recensión de un libro: «Afirmar que la trama de una novela está siempre por debajo de la forma de narrarla debería ser una obviedad aunque diste de serlo. Lo ideal es que argumento y estilo se complementen hasta persuadirnos de que la historia sólo podía ser contada de aquella manera».

Yo sí disfruté leyendo El sanador de caballos, y por eso, y para saber si acierto o yerro en mis opiniones, me gustaría que otros muchos lo leyeran. Yo lo recomiendo.

NOVEDAD: Gonzalo Giner publicará «El jinete del silencio» en JUNIO 2011

Un amigo escritor

Un amigo escritor o un escritor amigo, eso es Gonzalo Giner, que acaba de publicar su tercera novela: ‘El sanador de caballos’ (Ediciones Temas de Hoy -TH Novela-, Madrid 2008). Dicho por él, esta es la más redonda de las tres que ha escrito hasta el momento después de ‘La cuarta Alianza’ y ‘El secreto de la Logia’. Ha sido en este libro donde ha puesto más pasión, más oficio y de la que más ha disfrutado. Veterinario de profesión, Gonzalo ha recreado en esta nueva novela histórica la aventura de un veterinario en la Edad Media.

Desde luego es un privilegio tener un amigo que escriba, que publique, que sea feliz haciéndolo y que te dedique su novela («como imagino que la leeréis en USA…») en la Feria del Libro de Madrid. La leeremos en Nueva York. Por supuesto.