Yuri Herrera, Jane Austen, Tropo Editores, novela negra y más

Imagen de una primera edición de «Orgullo y prejuicio», de Jane Austen / Reuters.

Mientras la lectura sigue su curso, lento y pegado a la hora del sueño, estos días también me ocuparon otros asuntos que resumo aquí por si fueran de vuestro interés:

♦   Leo que National Geographic cumple 125 años, una revista que es leída por millones de lectores en 34 países. Entonces vuelvo la vista a mi izquierda, aquí mismo mientras escribo, y veo en la librería los lomos amarillos -pálidos por el paso del tiempo- de los ejemplares en inglés de National Geographic, desde 1925 hasta 1929. Fueron de un hermano de mi abuelo que vivió en Cuba, adonde se los enviaban desde Estados Unidos. Él murió en la isla pero su tesoro llegó hasta mis manos vía Galicia, su tierra.

National Geographic ha permitido a varias generaciones conocer el otro lado y los lugares invisibles, a través de sus reportajes y de sus mapas. Ha convertido el cuarto vacío de cada uno en un inmenso desierto, en una maravillosa cordillera, en un río salvaje. La historia se escribe a través de los mapas. La literatura, desde la Odisea, es un viaje que se extiende hasta el infinito.

♦  Una entrevista con el escritor mexicano Yuri Herrera (Actopan, 1970), que ha publicado La transmigración de los cuerpos (Periférica), me sirvió para convertir algunas de sus opiniones en tres tuits:

@ «Yuri Herrera: No me preocupa la idea de ser fiel a la realidad. La riqueza de la literatura reside precisamente en serle infiel a la realidad».

@ «Yuri Herrera: La literartura funciona a través de la intuición, pero la intuición debe sostenerse en las lecturas».

@ «Yuri Herrera: El exceso de palabras es una falta de respeto hacia el lector. Uno tiene que saber por qué escribe cada palabra».

♦   Sobre Jane Austen leo un artículo de Luis Magrinyá -La tibia de Jane Austen- que me hace recordar de nuevo -sí, estoy en falta- la conveniencia de leer Orgullo y prejuicio, su novela que ahora cumple 200 años:

Jane Austen fue una gran innovadora: hizo de sus heroínas sujetos de una intimidad nunca expuesta hasta entonces, y noveló por primera vez peripecias mudas como el derecho a equivocarse y a una segunda oportunidad. Su crítica social es indiscreta y poderosa porque está hecha desde dentro. Y todo eso sin alharacas, sin solemnidad, sin universalizar.

♦   En un reportaje sobre Novela negra española: los 10 más buscados, hecho en falta a Domingo Villar (Vigo, 1971) y a su pareja de protagonistas, el inspector gallego Leo Caldas y su ayudante aragonés Estevez. Se espera con mucho interés la publicación de su tercera novela Cruces de piedra, después de La playa de los ahogados y Ojos de agua (Siruela). Yo que no soy muy de novela negra leeré, sin falta, esta nueva entrega de Domingo Villar.

♦   La sorpresa de la semana fue recibir en casa -por cortesía de Tropo Editores- El martirio del obeso, de Henri Béraud, «una novela que los flacos considerarán divertida y los gordos una biblia». El editor Óscar Sipán recupera este Premio Goncourt de 1922 en una preciosa edición -aunque veo que ha cambiado la imagen de portada- que ya estoy deseando leer en cuanto mi mujer, que se me ha adelantado, termine.

♦   Hablando de recuperaciones, Galaxia Gutemberg reedita ahora Misterios de las noches y los días, de Juan Eduardo Zúñiga, un conjunto de relatos «de aire fantástico e irreal» publicados originalmente en 1992. De Zúñiga he leído Capital de la gloria, un íntimo y sobrecogedor libro de relatos sobre la Guerra Civil española. Subrayé y tuiteé también algunas de sus respuestas en la entrevista de A. Fontana:

Me ha interesado siempre la intensidad del relato, su capacidad para sugerir en unas pocas páginas sentimientos y estados de ánimo complejos.

Las ciudades son también un personaje en mi obra. Cuando recreo una ciudad siempre está allí la huella visual y emocional de otra ciudad visitada.

♦   Leo también un interesante artículo de César Antonio Molina sobre Escritoras en Auschwitz, y descubro que me gustaría leer y conocer la vida de Edith Stein, que abrazó la fe católica y tomó el hábito carmelita. Murió en Auschwitz en 1942 y Juan Pablo II la canonizó en 1998.

♦   Con curiosidad leo la peripecia de Pablo Martín Sáchez (Reus, 1977), autor de El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), para conseguir publicar con ese nombre tan vulgar:

Yo podría haber sido tremendamente feliz sólo leyendo. Lo que pasa es que de algún modo hay que ganarse la vida: por eso uno empieza a corregir, a traducir, a vender libros. Incluso acaba cometiendo la desfachatez de escribir. Pero lo natural es leer, lo sano es leer. Y, si me apura, traducir (que no deja de ser una forma de lectura). Con demasiada frecuencia olvidamos que las literaturas nacionales las hacen los escritores, pero que la literatura universal la hacen los traductores.

♦   Y por último diré que sí, que yo también he leído 50 sombras de Grey, de la escritora británica E.L. James (Erika Leonard Mitchell), que continúa en el primer puesto de la lista de libros más vendidos.